Hoy en día los registros audiovisuales forman parte de nuestra vida cotidiana. Con ellos se da testimonio de todo, o casi todo y pareciera que el acontecimiento humano se legitima porque es visible. Al menos esa es la lógica aparente y parte de lo que explica el boom de la imagen y el consumo de los medios audiovisuales en nuestros días.

Sin embargo, independientemente de la sobreabundancia de imágenes y audios que nos rodean, son los registros audiovisuales una de las mejores vías para difundir los fenómenos culturales, ya que tienen la enorme ventaja de poder llegar a un gran público, cosa que no sucede con otros medios como los impresos.

Resulta entonces de importancia un proyecto que siente las bases para llevar a cabo el registro audiovisual de la gran diversidad cultural del país. Este propósito es una empresa gigantesca, si no es que inagotable, pero dicha actividad ha de perfilarse y ponerse en valor como una responsabilidad social urgente, toral, constante y de largo plazo, dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) e instituciones culturales afines como Canal 22.

En proyectos de esta naturaleza  confluyen las ciencias antropológicas y la tecnología, con la posibilidad de analizar y reflexionar, mediante el acceso a las herramientas tecnológicas actuales de registro. Esta dinámica nos remite de los exploradores europeos del siglo XIX en México, que registraban sonidos de diversas etnias en rudimentarios cilindros de cera, hasta los actuales soportes digitales que también implican sus inconvenientes. En este transitar es que dejamos huella de los que somos y nuestra forma de ver el mundo.

Para dar a conocer la riqueza cultural y múltiples identidades de esto que es ser mexicanos, la serie de televisión Diversidad, coproducida entre estas instituciones que han dado el paso de unir sus esfuerzos para este propósito, es que la serie se convierte en una ventana para asomarnos a realidades distintas y universos de pensamiento distantes o paradójicos, que dibujan la siempre necesaria visión de la otredad, en situaciones y temas tan heterogéneos que de ahí el nombre de esta serie.

Varias son las diferencias de esta serie con respecto a otros programas que retratan la realidad contemporánea y especialmente la indígena, y más allá de los aspectos técnicos y artísticos del retrato fotográfico, se ha optado porque los especialistas en los temas que toca cada programa sean quienes guíen los pasos de la producción pero al llegar a los sitios hemos preferido que sean sus protagonistas quienes den testimonio en primera persona y nos cuenten de viva voz su historia.

A lo largo de las grabaciones de los 13 programas que integran la serie, el equipo de producción tuvo experiencias de todo tipo no sólo al interior de las dinámicas de trabajo, sino también en la interacción con las comunidades, que abriendo su intimidad, compartieron con las cámaras su modo de ver el mundo y las maneras de asumirse en el.

El respeto a las creencias, maneras, visiones, modos de convivencia y estadía son algunas de las reflexiones que se deben considerar en el actual trabajo de los documentalistas, que bajo nuevos esquemas de comunicación interactúan con las comunidades retratadas por la lente.

A partir del 9 de diciembre y los consecutivos viernes de cada semana, a las 20 horas, podrán ver estos documentales de la serie Diversidad. Pero queda un pendiente, el de llevarlos, de regreso, a aquellas comunidades que no cuentan con la señal de la televisora cultural por la que se transmitirán, o inclusive, no tienen, aunque nos parezca increíble, aparato televisor. Esta intención significará la retribución elemental de un agradecimiento, pero además, un apropiamiento de su imagen en la pantalla. La que generalmente muestra un contexto tan distinto a su realidad cotidiana.

La intención fue no sólo describir hechos, rituales o acontecimientos sino contar historias, desde la voz de sus protagonistas. Pasando de la descripción a la reflexiones de lo que implica cada tema tratado, el público juzgará si esto fue logrado o no.